Desde muy pequeños, los niños en el Perú se habitúan a vivir en un país disfuncional en muchos aspectos, con graves desigualdades en el que no todos tienen los mismos derechos ni oportunidades. Como es de conocimiento general, la sociedad peruana tiene niveles muy bajos de cohesión social y la desconfianza hacia el otro está muy extendida, lo cual impide que se trabaje de manera colectiva hacia el logro de metas orientadas a la búsqueda de la justicia y de un bien común. En un contexto de baja cohesión social, además, el compromiso cívico (entendido como el rol activo de los ciudadanos) es limitado y a veces inexistente. De igual modo, en estas condiciones, el ejercicio de la ciudadanía y el funcionamiento de la democracia terminan estando seriamente debilitados; lo que a su vez dificulta un desarrollo sostenible y pleno en nuestro país.
En este panorama complejo, la escuela se configura como un espacio primordial desde donde se puede contribuir eficazmente a revertir esta situación, porque constituye el primer espacio donde niñas y niños salen de su entorno familiar y se relacionan con “los otros” y con el Estado. Es por ello que el currículo nacional considera, como ejes fundamentales de su propuesta, el fortalecimiento de la cultura democrática, la valoración de referentes culturales diversos y la búsqueda de una sociedad más justa e inclusiva.
Es fundamental, por tanto, sumar esfuerzos para posibilitar y afianzar el fortalecimiento de la ciudadanía desde las aulas, y aportar a la formación de personas libres, activas, solidarias y responsables, en suma, de ciudadanos capaces de contribuir decisivamente a sentar las bases de una sociedad más inclusiva, más democrática y menos desigual.